lunes, 24 de enero de 2011

MERCEDES CABELLO Y CLORINDA MATTO EN LA HISTORIA DE LA LITERATURA PERUANA DEL SIGLO XIX

Este es el último trabajo que realizo Esther y que yo leí a pedido suyo. Grande Esther. Si supieras como te extraño amiga mia. No necesitabas hablar conmigo, parecia que nos entendiamos por teleparia y nunca supe porque.


Esther Castañeda Vielakamen


Éste año el 2009, más precisamente el mes de octubre, conmemoramos el centenario de la muerte de dos de las escritoras más destacadas de la literatura peruana del siglo XIX, nos estamos refiriendo a Mercedes Cabello de Carbonera (Moquegua, 1845 - Lima, 1909) y Clorinda Matto de Turner (Cusco, 1852 - Buenos Aires, 1909). Resulta paradójico que entre deceso y deceso sólo haya mediado trece días. Así el Perú perdió en aquél aciago año a dos de sus más grandes escritoras, que irónicamente mueren sin reconocimiento por parte de sus contemporáneos. Mercedes Cabello dejó de existir el 12 de octubre de 1909 cuando se hallaba recluida en el Manicomio del Cercado de Lima, donde falleció sin recuperar la lucidez. Por otro lado, Clorinda Matto moriría en el exilio, un 25 de octubre de 1909, en Buenos Aires, Argentina.

            Observando la producción literaria del siglo XIX en especial las tres últimas décadas, nos sorprende constatar la creciente participación de las mujeres en el quehacer cultural de su época y asimismo la escasa y tergiversada información que se difunden en la mayoría de estudios, periodificaciones o panoramas de la literatura peruana. Esta presencia de la mujer se gestó en Lima, gracias a reuniones intelectuales y veladas literarias en las que contribuyó tímida pero persistentemente, empezando a conquistar un espacio que ni los trastornos de la Guerra del Pacífico quebrantó. Si la década de los 70 ofrece testimonios de una escritura femenina abocada a la lírica y a la prosa poética, la posguerra al mismo tiempo que etapa de reconstrucción contempla el incremento de la narrativa.

            Entre las escritoras destacan Carolina Freire de Jaimes y Teresa González de Fanning, a las que se sumarán más tarde Mercedes Cabello de Carbonera, Clorinda Matto de Turner, Lastenia Larriva de Llona, María Nieves y Bustamante y Amalia Puga de Losada. Poseedoras cada una de una determinada visión de la realidad, oscilaron desde la elección del amor como tema central hasta un realismo ligado a una contemporaneidad crítica y convulsa.

MERCEDES CABELLO Y BLANCA SOL

Mercedes Cabello elige el realismo como corriente que se puede rastrear con diversos matices en novelas como Sacrificio y recompensa (1886), Los amores de Hortensia (1889), Blanca Sol (1889), Las consecuencias (1889) y El conspirador (1892). Apenas transcurrido un lustro desde el término formal de la cruenta Guerra del Pacífico aparece su primera novela Sacrificio y recompensa con la cual inicia un compromiso tanto ideológico como creativo que mantuvo por casi un década.
            Nos interesa reflexionar sobre Blanca Sol, a la que consideramos una de las novelas más significativas de la autora y del momento cultural que se vivía en Lima a fines del s. XIX.
            Uno de los aspectos que la singulariza es haber conseguido agotar rápidamente su primera edición al punto que con el tiempo debió reeditarse hasta en cuatro oportunidades. Resulta curioso el éxito de una obra que se ensaña en la descripción de vicios y debilidades de la sociedad limeña y cuya demanda proviene de una minoría que debió hallarse afectada por la crítica contenida en sus páginas. Qué causó tal acogida, acaso la propensión limeña al comentario ligero, novelería o simple snobismo, es difícil precisar una respuesta, lo que sí quedó demostrado es la configuración de un mercado de lectores y la innegable popularidad de Mercedes Cabello.

            La historia de Blanca Sol muestra el auge y caída de una mujer dominada por el amor al lujo y al deseo de figuración social. La protagonista representa la descomposición moral de la sociedad limeña, tema que había sido tratado en Julia de Luis Benjamín Cisneros (1872) y Regina de Teresa González de Fanning (1886). Con Blanca Sol se quiere hacer de la novela “un medio de investigación y de estudio”, del prólogo se desprende la filiación a una estética realista que defiende la representación objetiva de un mundo social y sicológico. El realismo, manifestación literaria de las ideas positivistas, la conduce a definir a su novela como “estudio social”. En otro pasaje afirma: “…el desarrollo de ciertos vicios sociales, como el lujo, la adulación, la vanidad, que son susceptibles de refrenarse, de moralizarse y quizá también de extirparse, y a este fin dirige sus esfuerzos la novela social”.

            Mercedes Cabello utiliza un narrador que sabe o dice más de lo que cualquier personaje dentro de la historia puede saber, es a través de esa voz que se narra y describe el ambiente en el que Blanca Sol reina. La mayor parte de la historia se desarrolla en eventos, banquetes y tertulias en casa de la protagonista, frente a estos acontecimientos, el narrador omnisciente se parcializa, sin disimulo introduce opiniones e interpretaciones: “La educaron como en Lima educan a la mayor parte de las niñas: mimada, voluntariosa, indolente, sin conocer más autoridad que la suya, ni más límite a sus antojos que su caprichoso querer”. “Vivía persuadida de que la ‘gente de buen tono’ debe proteger la religión, y era muy dada á las prácticas religiosas del culto externo, con sus ruidosas manifestaciones de aparatoso efecto”. Es obvio el afán didáctico (exemplum ex contraria), los extensos discursos nos hacen recordar los del neoclasicismo, como ellos recortan las posibilidades de una impresión realista atenuado por tanto la persuasión que hubiera podido causar en el ánimo del lector.

            La trama se encuadra temporalmente entre 1860 y 1870, período en que crece la plutocracia costeña en especial la capitalina, esta nueva burguesía es la que desfila en la novela. “La concurrencia que asistía á las tertulias de la señora Rubio, sino lo más linajudo de la aristocracia, era lo más encumbrado de la sociedad limeña. Ministros extranjeros y Ministros de Estado, la aristocracia del dinero y la aristocracia del éxito, oportunistas sociales: mujeres á la moda, más o menos separadas de sus maridos: jóvenes solteras de las que esperan asegurar bailando el porvenir: tales eran los concurrentes á estas recepciones semanales”. Sin embargo existe otro sector de antiguo linaje que no aparece en las reuniones y que en la obra está representado por la familia Alva. “La señora Alva y su nieta, vivían ambas alimentando la ardiente esperanza de la reivindicación de su pasada felicidad y antigua fortuna. Conservaban la más arraigada fé, en esa especie de mesianismo de ciertas orgullosas familias, que esperan la fortuna, en otro tiempo poseída, la cual según ellas, Dios, quiso arrebatarles, tan sólo para probar su inquebrantable virtud y devolvérselas luego”. Los valores respecto a la educación, religión y familia –pilares de la sociedad– se conservan indemnes a pesar de los momentos difíciles por los que atraviesan, el narrador simpatiza con estos personajes y los propone como paradigma de moralidad.

            Aunque la autora quiso eludir un fácil maniqueísmo, estructura su universo a base de opuestos: personajes, lugares y acciones se ordenan en relaciones antagónicas que facilitan los propósitos que facilitan los propósitos aleccionadores de la obra. Personajes como: BLANCA SOL / JOSEFINA, SIMBOLIZANDO EL PECADO Y LA VIRTUD; SERAFIN RUBIO / ALCIDES LESCANTI, la avaricia y la generosidad: MADRE DE BLANCA SOL / ABUELA DE JOSEFINA, la inmoralidad y la moralidad, etc. Espacios como LIMA (barrios marginales); en el primero, el desenfreno y la apariencia; en el primero, el desenfreno y la apariencia; en el segundo, el refugio de la dignidad y la esencia. Finalmente triunfa la virtud (boda entre Alcides Lescanti y Josefina) en tanto que Blanca sin fortuna y con su marido víctima de locura enrumba a la prostitución. En el último capítulo culpa a la sociedad de su situación: “¿Qué culpa tenía ella de haber aprendido en la escuela de la vida a mirar con menosprecio las virtudes domésticas, y con admiración y codicia las ostentaciones de la vanidad?”. Como Emma Bovary, Nana, Gervaise, Blanca Sol es también un producto social, lamentablemente no se profundiza su caracterización, tal parece que a la autora le basta señalar el castigo que le espera y mostrar el equilibrio entre riqueza y virtud (Lecanti-Josefina) como retorno a una necesaria armonía social.
            Habría que afirmar por último, que Blanca Sol surge como un instrumento de lucha, que debió canalizar una propuesta para transformar la sociedad, pero en la que subyacía una concepción tradicional que M. Cabello aún mantenía y que a la postre oscureció la complejidad social representada en la novela. En el plano literario ésta se traduce en una ambigüedad entre el realismo y un cierto romanticismo aún no superado. En todo caso, Blanca Sol  se convirtió en una requisitoria que de algún modo comprometió a los lectores de fines del XIX a adoptar una actitud crítica frente a su realidad.


CLORINDA MATTO Y AVES SIN NIDO
           
Clorinda Matto es, sin lugar a dudas, la figura más controversial y convocante de las escritoras peruanas del siglo XIX. Ella hace de la pluma un oficio, una forma de lucha, su modo de vivir.
            Ella cultivó varios géneros literarios entre ellos la novela, las tradiciones y leyendas, el drama, los ensayos, las crónicas y biografías.

            Se le conoce a Clorinda Matto como novelista de gran fuerza, especialmente por la temática que aborda y por la manera de presentarla. Son tres sus novelas: Aves sin nido (1889, 1904, 1908), Índole (1891) y Herencia (1893, 1895). Estas se basan en la experiencia y observación de aspectos no resueltos de la sociedad peruana de fines de siglo XIX: el caso del problema del indio (Aves sin nido), el abuso del poder por parte de malos religiosos (Índole), y las vicisitudes sociales y los valores morales en el medio capitalino (Herencia).

Aves sin nido representa a la novela realista peruana en el último tercio del siglo XIX. La corriente realista se caracterizó por valorar la objetividad, describir la realidad externa, poner de relieve la temática social y por una actitud que descarta las idealizaciones y más bien privilegia alternativas de crítica y reflexión.

Es la novela más polémica del siglo XIX. Un indicio del interés que suscitó es el número de ediciones que tuvo en apenas tres lustros, lo que demuestra el reconocimiento que alcanzó.

La importancia de Aves sin nido es que crea las bases del llamado “indigenismo” en la novela peruana; además se puede ver la representación del habla local, el quechua especialmente; ella hace una descripción minuciosa “realista” de la ropa, comida y costumbres, que nos muestran la persistencia del costumbrismo; existe una alternancia de diálogos que oscilan entre el lenguaje realista y romántico, también maniqueísmo en los personajes protagónicos y una intermitente vitalidad en los caracteres secundarios como Teodora y Petronila; hay discontinuidad en la acción (cortes narrativos) que construyen un ambiente de suspenso, próximo a la novela de folletín género tan popular en esos años; en cuanto al narrador omnisciente, éste discurre entre un discurso “literario” y  puntualizaciones científicas forzadas (positivismo).

Aves sin nido forma parte del proceso de la novela peruana, especialmente de la producción de la Posguerra, en la que es común la denuncia de males sociales  en un país debilitado económica, social, política y éticamente. En el "Proemio" de la novela –el cual contiene la poética de Clorinda Matto– se precisa por ejemplo que la realidad nacional es legítima fuente de argumento o materia novelesca, también reconoce la función de la crítica a los problemas sociales y finalmente, la creencia de que la obra literaria trae consigo efectos y beneficios inmediatos. Desde el inicio la escritora sienta una posición ante sus circunstancias, en el que se sobreentiende su compromiso con la realidad.

En Aves sin nido, se representa el mundo andino dividido en dos sectores: "notables" e "indios"; la relación que los une se basa en la violencia que ejercen los primeros sobre los segundos, violencia que preside su vida cotidiana al punto de considerarse como "natural" e inherente, la dinámica social que los envuelve. Los esposos Marín encarnan ideales de progreso y civilización, pretenden corregir las inmoralidades de las instituciones y autoridades civiles y eclesiásticas de Kíllac. Defienden a los indios (Yupanqui - Champí) de los abusivos notables. Clorinda Matto caracteriza a los indios de buenos, moralmente superiores a los notables, pero cuando se los relaciona con los Marín, más bien se les presenta débiles e ignorantes. A pesar de los esfuerzos de los citadinos, el poder de las "malas autoridades" se mantiene incólume; la partida de los Marín de Kíllac llevándose a las hijas de los Yupanqui es un reconocimiento de la desgraciada situación del indígena, frente a la cual la modernidad debe elaborar otra estrategia de lucha.

Paralelamente al problema del indio tenemos la denuncia de abusos cometidos por parte de malos religiosos, quienes ceden ante las tentaciones del poder, la codicia y la sensualidad. Con el cura Pascual y con el obispo Pedro Miranda y Claro se ejemplifican la falta de vocación y la poca convicción de sus votos de castidad. Sus víctimas directas son las mujeres en general. Si las indias comparten con los hombres la discriminación racial y la explotación económica, ellas en tanto género sufren de violencias sexuales, siendo estos delitos contra el honor y las buenas costumbres los que ocupan un lugar protagónico en la obra.           

Desde el principio, se alude a la sensualidad del cura Pascual en las proposiciones que hace a Marcela y en las insinuaciones indecorosas con respecto a su hija Margarita; más adelante aparece relacionándose con Melitona una feligresa de Kíllac y rodeado de las más primorosas comodidades domésticas prodigadas por mujeres que deben realizar así la mita obligatoria a la que se refiere Marcela: "las mujeres que entran de mita salen... mirando al suelo".

Las mujeres sometidas a tales bajezas pierden poco a poco la confianza y la dignidad, víctimas de un proceso de arbitrariedades y de violencia, en este caso, la trágica situación de las mujeres iniciadas en la vida sexual, en el pecado, por los malos religiosos. El predecesor de Pascual en el pueblo de Kíllac fue Pedro Miranda y Claro, quien fuerza a la india Marcela y a la joven Petronila. Dicha violencia sexual se funda en considerar estos actos como naturales al ejercicio del poder de los hombres sobre el sector débil de la sociedad: las mujeres. Igualmente sobreentiende que no habrá denuncia y menos el correspondiente castigo, pues la mujer de cualquier condición social y étnica preferirá callar y ocultar la violación sufrida. En la novela este silencio cómplice, se cumple, Marcela y Petronila las víctimas crían y hacen pasar a Margarita y Manuel como hijos de Juan Yupanqui y del gobernador Sebastián Pancorbo, frutos de sus respectivas violaciones.

La imagen de fragilidad, de víctima de abuso sexual, no es el único rostro que define a la mujer en Aves sin nido, encontramos otro muy diferente caracterizado por la responsabilidad, fuerza y temperamento en sus relaciones con los otros. Un ejemplo claro son las figuras de Lucía Marín y Petronila Pancorbo, ellas manifiestan su "preocupación" por los otros, que abarca no sólo su medio familiar, sino también a quienes se hallan en un entorno más alejado. Esta "preocupación" hacia los otros alude a una relación madre-hijo, que subyace en el trato y comunicación que se establece entre ambos. Está relación atenúa la violencia desarrollada en la obra, endulzando con lazos de "afecto" la triste condición de indios.

En otras palabras, estamos ante la maternidad como rostro de la mujer en Aves sin nido. La maternidad es la disposición que origina de que las mujeres sean responsables del cuidado de los hijos, pero necesariamente ser madre no es requisito para desarrollar esa maternidad (Lucía en la novela no lo es). La maternidad que se caracteriza por el sentimiento de conexión, afecto y responsabilidad frente a los hijos, puede entenderse como la capacidad de sacrificio y abnegación frente al ser oprimido y débil. Lucía ejerce ese maternalismo al actuar en beneficio de la familia Yupanqui y posteriormente hacerse cargo de Margarita y Rosalía al quedar huérfanas; doña Petronila también protege a los indios de la violencia de los notables, incluso frente a su esposo, el gobernador Pancorbo, acoge y protege a Teodora. Distantes en el protagonismo, pero compartiendo los mismos roles, Marcela Yupanqui y Martina Champí se preocupan, protegen y se sacrifican por sus esposos e hijos.

Clorinda Matto presenta un estereotipo de la naturaleza femenina en el cuidado y protección doméstica que se extiende desde el corazón del hogar familiar y se proyecta hacia los "otros". Reconocemos la intención estereotipadora de adjudicar exclusivamente a la mujer, esa disposición de sacrificio, afecto y cuidado; en la novela hasta los personajes eventuales como la figura de Melitona se la describe "cuidando", atendiendo al cura Pascual como si fuera un niño.

La frase "Aves sin nido", que da título a la obra, alude en la primera parte a Margarita y Rosalía que ante la muerte de sus padres han quedado desamparadas; en el final de la segunda parte, caracteriza a la pareja formada por Manuel y Margarita cuyo proyecto amoroso se quiebra ante la noticia de que son hijos del mismo padre. Pero podemos conjeturar que es también la simbolización de la no integración de la población india con la "sociedad" peruana, que ha venido interesadamente postergando esa articulación; en fin, puede apuntar en general a la falta de legitimación y representatividad de las instituciones para garantizar los requerimientos de la población, evidenciando su "desamparo". La adopción por parte de los esposos Marín de Margarita y Rosalía Yupanqui puede leerse como una alternativa de identidad y de "salvación" para los indios, aunque su conversión a criollas supone la pérdida de valores y costumbres, la renuncia a su "identidad" primigenia para asimilarse a otra.

Es decir, Aves sin nido no es más que una referencia a la carencia de valores propios, que junto a la pérdida del hogar (nido = nación), alegóricamente estaría apuntando a la condición del pueblo indio despojado de su espiritualidad e identidad.

Finalmente quiero  agradecer al Colegio de Sociólogos de Perú, al Colegio de Sociólogos de Lima y a la Biblioteca Nacional del Perú por la invitación que me hicieron llegar, en especial a Delfina Varillas por el apoyo recibido y a Magali Vera quien propuso mi participación y en este momento me presta su voz.






HOJA DE VIDA

Esther Castañeda Vielakamen. Licenciada en Literaturas Hispánicas por la Universidad de San Marcos. Concluyó su Maestría en Literatura Hispánica y el Diploma de Estudios de Género en la Universidad Católica (Lima). Profesora Emérita por la UNMSM. Profesora principal del Departamento de Literatura, Facultad de Letras en la U. de San Marcos en donde dictó el curso "Literatura escrita por mujeres". Ha publicado El vanguardismo literario en el Perú (1989), Catálogo 30 Años de Poesía Peruana en revistas (1971-2000) (2002) y Antología Poética. Tercer Encuentro de Poetas Sanmarquinas (2003); y los poemarios Interiores (1994), Carnet (1996), Falso Huésped (2000), Piel (2002) y Chosica (2005). Codirige Magdala Editora, en sus colecciones Poesía-Mujer, Pandora, Antología-Mujer y la Plaqueta "Magdala".









           

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